Impulsemos las velas mientras
tenemos luz.
Ahora… que contamos con el favor
de este viento azaroso y con la bendición de señales divinas. No hace falta
ajustar el axiómetro de nuestro camino si el paso está marcado por las gracias
y albricias.
Mi intuición reposa al margen de
un Itabo donde nuestros cuerpos se buscan y se encuentran... amándose sobre el
verde de una hierba... iluminada por el brillo mercurial de las estrellas.
Zarpemos pues, con el tiempo que
nos está permitido vivir, porque mañana tal vez la brisa inánime nos deje sin aliento… y al abrir la puerta nos sorprenda la llegada de un ocaso en el justo
momento que ansiáramos partir.
Martha Jacqueline
Del Poemario: Estirpes y credos