Daría la
piel, el juicio, el verso, el dolor… daría al sabor por una fruta con sabor…
si al menos supiera el precio de la muerte
daría la vida por eso que vale más que la muerte,
si vos supieras…
no quedan largas fronteras, ni cortas, después de un beso,
sólo la extensión inanimada del polvo que nos define salvajes, como humanos,
sólo las manos unidas… si vos supieras…
con una chispa renace la materia,
la revolución que ignora males peores… la materia viva… vos,
el fuego de mi rebelión sencilla de dos voces, la canción serena,
América sencilla, flor del campo, luna de obra, puma andando por el monte…
allí mi esencia…
y si pudiera pedir un sueño, pediría que entendieras el aullido de los vientos,
el hambre de los caminos,
el amor del caminante que suspira a contraviento y tuerce el cuello velao como lechuza
pa’ mirar por dónde viene… por dónde viene la muerte…
si al menos supiera el precio de la muerte
daría la vida por eso que vale más que la muerte,
si vos supieras…
no quedan largas fronteras, ni cortas, después de un beso,
sólo la extensión inanimada del polvo que nos define salvajes, como humanos,
sólo las manos unidas… si vos supieras…
con una chispa renace la materia,
la revolución que ignora males peores… la materia viva… vos,
el fuego de mi rebelión sencilla de dos voces, la canción serena,
América sencilla, flor del campo, luna de obra, puma andando por el monte…
allí mi esencia…
y si pudiera pedir un sueño, pediría que entendieras el aullido de los vientos,
el hambre de los caminos,
el amor del caminante que suspira a contraviento y tuerce el cuello velao como lechuza
pa’ mirar por dónde viene… por dónde viene la muerte…
adiós, vidita… acá te guardo, acá me quedo y me envuelvo en tu horizonte,
como luciérnaga seca, lobo rengo, palo amargo, poema roto… amor sin odio…
si vos supieras…
algunas uñas le crecen al finao de la memoria… y ruge el alma;
emponchado en la pasión, mi pueblo vive y resiste otra tristeza… adiós mi sueño,
pero no voy a morir con este intento, sino intentándolo siempre hasta estar muerto…
la satisfacción del tiempo es la agonía tristísima del alma… aún tengo un nombre,
y no lo pierdo en creerme estupideces… que se muera de sencillo,
americano y gorrión, borracho y bueno de andarte preguntando soledades,
cumpa del viento y hermano de tus manos… así es mi nombre, sin rastro, sin destino,
sólo un dibujo en la arena que ha besado el desengaño feroz del pensamiento…
pa’ dónde he vuelto… si vos supieras…
la excusa de la verdad es la vergüenza del sólido rencor que sostuvo la razón con egoísmo…
estoy ciego, y por dónde haya una luz, estoy en sombras…
habrá un día para urdir nuevas palabras,
hoy soy el miedo de un niño en medio de una tormenta…
lluvia nomás, y yo seco…
Horacio De Stefano
Poeta, Cantautor y novelista argentino