(*)
de la lengua zapoteca: “Renazco, me transformo en barro nuevo”
a veces no retengo mis momentos, ni sostengo mi aparejo,
y soy un lastre,
tiempo abajo va la lluvia arañando por mi pecho,
y rascan el techo las uñas del silencio como palabras hambrientas,
arden las voces de todos mis hermanos,
me quema el viento nombrando las leyendas, una y otra, paz y guerra,
grito y música, alma y cuervo…
y la perla de tu cuerpo, rezo de barro, piedra salvaje en mis manos,
y vos, que sos mi vida,
una baguala salpicando sin piedad su amor al aire… y no vuelve,
se abre el mundo como una piedra salvaje pariendo el sitio exacto de un mundo,
y no calla,
rompe un silbido olvidado todas las formas de verme… tal vez un tren que se aleja,
tal vez un tren que sacude los fondos del cementerio,
tal vez algo que no conoce sentidos…
(…) a veces soy un fantasma en la ruta de mis pájaros, queriendo,
me trepa al hombro la excusa de cuarenta años de tierra y pan… miro mis manos,
miles de años de viento sur, espiga, ronda de brujos, porteros de la distancia,
vida y muerte…
miro tus manos que guardan mi secreto
y soy mi ayuno, y soy mi hijo inllegado,
la ternura maniatada con el machete entre cañas,
las arrugas de la cara de un viejo mascando versos, fumador de chala, indio viejo,
mi padre y nadie más que la sombra inapelable en mis pasos…
y vos, que sos mis sueños…
el verso aquel vio sangrar mil nacimientos guardados en tus manos,
uno a uno mis secretos de tierra y pan, mi conmoción de alma y mi frontera animal,
todos mis huesos…
la más pequeña virtud de haber creído
aún sale a campear mi piel contra todos mis demonios,
todos mis restos de fe, todas mis cartas de amor, todos mis huesos,
bajo las leguas de sol que abrazan pastos y ritos,
bajo la geometría de lunas que arropan sexo al desnudo
mirando, los ojos clavados lejos, mirando el alba…
(...) y de nuevo la ternura rasgando piel al machete,
destilando en mis momentos, una a una, las caricias
como un licor que fermentan mis entrañas,
y el pensamiento tallado en la oración ermitaña del silencio
(reale xti’ biaque, raaca’ beñe cubi… renazco, me transformo en barro nuevo)
…quizá un murmullo encarnando poblaciones de palabras tenga sentido ahora,
en este viento,
no soy más que mi noción de haber nacido
cabalgando contra la razia del miedo que dejó secas las ramas…
…y por vos a veces soy un fantasma en la ruta de mis pájaros, queriendo…
a veces no retengo mis momentos, ni sostengo mi aparejo,
y soy un lastre,
tiempo abajo va la lluvia arañando por mi pecho,
y rascan el techo las uñas del silencio como palabras hambrientas,
arden las voces de todos mis hermanos,
me quema el viento nombrando las leyendas, una y otra, paz y guerra,
grito y música, alma y cuervo…
y la perla de tu cuerpo, rezo de barro, piedra salvaje en mis manos,
y vos, que sos mi vida,
una baguala salpicando sin piedad su amor al aire… y no vuelve,
se abre el mundo como una piedra salvaje pariendo el sitio exacto de un mundo,
y no calla,
rompe un silbido olvidado todas las formas de verme… tal vez un tren que se aleja,
tal vez un tren que sacude los fondos del cementerio,
tal vez algo que no conoce sentidos…
(…) a veces soy un fantasma en la ruta de mis pájaros, queriendo,
me trepa al hombro la excusa de cuarenta años de tierra y pan… miro mis manos,
miles de años de viento sur, espiga, ronda de brujos, porteros de la distancia,
vida y muerte…
miro tus manos que guardan mi secreto
y soy mi ayuno, y soy mi hijo inllegado,
la ternura maniatada con el machete entre cañas,
las arrugas de la cara de un viejo mascando versos, fumador de chala, indio viejo,
mi padre y nadie más que la sombra inapelable en mis pasos…
y vos, que sos mis sueños…
el verso aquel vio sangrar mil nacimientos guardados en tus manos,
uno a uno mis secretos de tierra y pan, mi conmoción de alma y mi frontera animal,
todos mis huesos…
la más pequeña virtud de haber creído
aún sale a campear mi piel contra todos mis demonios,
todos mis restos de fe, todas mis cartas de amor, todos mis huesos,
bajo las leguas de sol que abrazan pastos y ritos,
bajo la geometría de lunas que arropan sexo al desnudo
mirando, los ojos clavados lejos, mirando el alba…
(...) y de nuevo la ternura rasgando piel al machete,
destilando en mis momentos, una a una, las caricias
como un licor que fermentan mis entrañas,
y el pensamiento tallado en la oración ermitaña del silencio
(reale xti’ biaque, raaca’ beñe cubi… renazco, me transformo en barro nuevo)
…quizá un murmullo encarnando poblaciones de palabras tenga sentido ahora,
en este viento,
no soy más que mi noción de haber nacido
cabalgando contra la razia del miedo que dejó secas las ramas…
…y por vos a veces soy un fantasma en la ruta de mis pájaros, queriendo…
Horacio De Stefano
(En la época
precolombina, los zapotecas fueron una de las civilizaciones más importantes de
Mesoamérica, históricamente ocuparon el sur de Oaxaca y en el istmo de
Tehuantepec -México. En la actualidad la familia de sus lenguas consiste en más
de 15 idiomas que están en peligro de desuso).