domingo, 18 de abril de 2021

GORRIARÁN

 

Fragmento de mi novela en proceso de escritura: “CIELO QUE HUYE”

 

Gorriarán llegó aquella madrugada con un aullido de escándalo volteando las jaulas de las gallinas y destrozando las plantas medicinales sembradas en el patio. Era un perro de raza desconocida, de extremidades robustas y mirada mansa. Américo, el jardinero, lo había visto al atardecer en la taberna Chandellier acompañando a un forastero que, a pesar de sus maneras corteses, inspiraba temor debido a una gran cicatriz que atravesaba su cara y por aquel cuerpo rudo y desproporcionado que parecía tallado a hachazos. El hombre decía ser ilusionista y había llegado con una caja de un material desconocido, que carecía de junturas en las esquinas, dentro de la cual sacaba las cosas más variadas e insospechadas. Entre los artefactos que robaron el favor popular estaba un lente de gran potencia que permitía ver el aura de los elementos y convertir el agua contenida en un balde en un gran trozo de hielo empleando solamente la fijeza de la mirada por un lapso de tiempo breve. También emergían de la caja, que parecía de una profundidad infinita, aves exóticas que aseguraba provenían del África y que volaban hasta alturas insólitas de las que nunca regresaban, dejando sobre los presentes un revuelo de plumas de una consistencia tan etérea que parecían ficticias. No menos aplausos recibió, de los espectadores, una piedra azul, del tamaño de un huevo de avestruz, que al calor de las manos se convertía en un lagarto de piel albina con manchas carmesíes. Pero lo que arrancó una ola de vítores y silbidos sin precedentes fue cuando Gorriarán caminó en dos patas con destreza de funámbulo, sobre una cuerda de fibra multicolor confeccionada con una planta oriunda de la selva boliviana, llevando en su boca una cuchara con agua de la que no derramó ni una sola gota sobre el suelo cubierto de guijarros ardientes.

 

Martha Jacqueline Iglesias Herrera

De la novela en proceso de escritura: “CIELO QUE HUYE”

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