domingo, 15 de noviembre de 2020

TENGO

 

Tengo un pecado maduro, casi fiero,

desnudándome el cuerpo… mi guerrero,

con un vicio de fuego milenario.

 

Tengo tu boca mordiéndome la carne,

rozándome -de sur a norte- la locura,

tengo un gusto en la piel que sabe a amarte,

que se quedó prendido en mi cintura.

 

Tengo tu nombre clavado en la garganta

y un beso que de lejos me perdura,

un te quiero sahumado por las horas

y tu abrazo que la calma me procura.

 

Tengo este verso hilado por el viento

en el pecho de estar, en tu figura,

tengo una sed de siempre y yo sí puedo

atentando con el goce a tu cordura.

 

Martha Jacqueline Iglesias Herrera

Del libro: Embrujo de visión

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