Ahora… cuando la noche se abre como un capullo al sentir el temblor
de la savia, cuando la soledad se mira en mí como hierba sedienta que se
inclina sobre el espejo de un río, cuando el amor recobra la fuerza de su
juventud y cohabita con su propio destino, cuando el sueño tiene su luz en un
reino de dóciles distancias, ahora… es el momento de mirarte.
Mis
ojos te recorren
y el
corazón va besando mi mirada.
Entonces
te imagino acortando lejanías,
robándole
las llaves a la suerte
para
abrir las puertas que separan,
mojando
de agua bendita los umbrales
carcomidos
de tiempo y añoranza,
bebiendo
el dulce brebaje del recuerdo
para no
darle tregua a los olvidos,
haciendo
un talismán de huesos de pescado
para
alumbrar el viaje que no acaba,
dejándome
un sitio allí en tu lecho
para
ahuyentar las sombras de la casa.
Ahora… cuando sopla una brisa que se me hace tu aliento por mi cara,
cuando me llega la luz de unas estrellas que impasibles dioses apagaran, cuando
la ilusión de ayer me anuncia que somos todavía, cuando el espejo me devuelve
el rostro de aquella que te ama con la vida, ahora… es el momento de mirarte.
Entonces
te imagino
encerrando
el poder de la negrura
en el
vuelo de un pájaro,
tatuándote
la piel con aquel signo
que
tiene una potestad semejante al ensueño,
celebrando
el matrimonio de mis manos y tu sonrisa,
haciendo
un círculo de sal
para
preservar, en su centro,
mi
fortuna de humilde,
convirtiendo
en riqueza de la inmortalidad
la
luminosidad de un día.
Ahora… cuando el silencio es melodía de fondo para hablarte, cuando
ladran los perros a lo lejos con la misma ferocidad con que me aúlla la
nostalgia, cuando avanzo con pasos de ciega por la sinuosidad de tu camino, cuando
llevo mis lágrimas en menguante.
Ahora… es el momento de mirarte.
Martha
Jacqueline Iglesias Herrera
Del
Libro de Poemas: Ritual de lo Invisible
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