Atrás quedó el andén.
Las vías infinitas que debían llevarnos
desde cualquier parte hasta ningún lugar
descarrilaron nuestro tránsito.
Quedó disperso el equipaje,
percudido de silencio,
de tanto sueño boca-abajo
con los ojos hendidos en la tierra.
No hubo trepidar en la partida,
pero sí ausencia de algo que no tuvo
ni siquiera un nombre que nos guarde
o algún transcurso calmo
que no se nos lloviera entre las manos
sin desgastarnos a prisa de intemperie.
Ni siquiera el recuerdo se hizo estable
para morir de olvido en la memoria,
dignamente.
Martha
Jacqueline
Del
Poemario:
“Topografías del silencio”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario