No
se puede escapar.
Cada
hombre es una mina de tiempo
sembrada
en la ciudad,
como
un reloj de sol
que
se proyecta contra el piso.
Camina
cocido al minutero de su sombra
que
le marca los segundos en corro,
mientras
él, ajeno a lo que es,
se
piensa hombre que camina.
Martha Jacqueline
Del Poemario: Topografías del silencio.