miércoles, 6 de julio de 2016

Proyecto "Betelgeuse"...





Latinoamérica.
Fundación HRP.
Oficina de Relaciones Interplanetarias.

—McCall, soy el encargado del HRP. Tengo acceso a todos los asuntos EC3 internacionales. Si algo hace peligrar la operación, debo ponerlo automáticamente bajo mi radar. Así, que si tiene algo que decirme todavía estamos a tiempo de evitar una catástrofe.
McCall se reclinó en su asiento y, con la barbilla hundida en el pecho, trazó unos círculos rojos sobre el papel en blanco.
—Hugo Tudyk —dijo por lo bajo.
— ¿Cuál es la fuente para dicha amenaza? —preguntó Trento impaciente.
—La fuente es en extremo confiable. Este hombre fue secuestrado anteanoche del hospital Psiquiátrico Sossamon. Según la enfermera de guardia, tres individuos fuertemente armados irrumpieron en el recinto amenazando con volar el lugar.
— ¿Y cómo se relaciona este paciente con nuestra situación?
—Una de las enfermeras, Mónica Andrade, dice que en los últimos días el sujeto estaba muy nervioso, diciendo incoherencias. Sacó de la basura este trozo de papel, un dictado de Tudyk en uno de sus momentos de crisis.
McCall le mostró un pequeño trozo de papel garrapateado.
—3EC-21alfa765… —leyó Trento en voz alta —. Es una fracción de uno de los códigos de lanzamiento de la operación “La mano de Jauza”.
      —Como ve, estas siglas no son de dominio público. Pudiera no significar nada. Pero creo que no debemos arriesgarnos, menos con los últimos acontecimientos.
—¿Qué sabemos de Hugo Tudyk? —preguntó Trento acomodándose las gafas.
—Hijo ilegítimo de Rufus Tudyk, exprofesor de física nuclear de la Universidad Popular. Fue sancionado y expulsado de la cátedra por vender información del proyecto “Atomus” a los chinos. Hugo fue el fruto de su romance con una camarera mexicana llamada Amalia Soler que entró ilegalmente en el país en 1998. Ambos murieron en un accidente automovilístico cuando Hugo tenía un año. Su tía Edna Tudyk se hizo cargo de la educación del sobrino en contra del consentimiento de sus padres: la famosa pintora Shanyn Tudyk y el próspero empresario de “Aceros Co. S.A” Alan Tudyk. Hugo se graduó con honores en la Universidad Popular, fue el primero de su clase… pero a raíz de su rompimiento con Ethel Uribe se le diagnosticó esquizofrenia paranoide. Según su historia clínica él estaba atormentado porque unos militares le estaban asediando por retener información secreta del proyecto de su padre. El proyecto Atomus fue un fracaso porque al final no se pudo estabilizar el componente clave para lograr la solución matriz del proceso físico-químico necesario para la comparación visual con un patrón preparado a partir de una solución estándar de plomo. Su enfermedad estuvo controlada por diez años en los que trabajó como químico en los laboratorios Lattes, un cargo muy por debajo de su coeficiente intelectual. Llevaba una vida holgada gracias a la ayuda financiera de su tía que murió hace dos años de un accidente cerebro-vascular. Este fue el detonante para que se revirtiera su estado e ingresara en el Sossamon el 23 de febrero del 2013. Hasta aquí lo que he podido averiguar sobre Tudyk.
Enrique Trento se quedó observando la pantalla del monitor donde aparecía el pasaporte de Hugo Tudyk. Era un individuo delgado, de ojos verdes y nariz respingada. Sus cejas, demasiado próximas, le daban la apariencia de un ave. Tenía la mandíbula bien marcada, lo que daba la impresión de un hombre fuerte de carácter.
—Las cámaras de seguridad colindantes al Sossamon… ¿han podido detectar algo que nos ayude a identificar a los asaltantes? —preguntó Trento con la barbilla hundida entre las manos.
—Un momento… —dijo McCall y pulsó el intercomunicador. —Voynich… preséntese en la sala de reuniones.
Se escuchó una voz del otro lado del aparato decir: “enseguida profesor”. Los dos hombres se quedaron mirando el vacío mientras esperaban. Trento estiró las piernas y se levantó de su asiento. Miró el reloj: faltaban 10 minutos para las 5 de la mañana. La puerta se abrió y apareció la secretaria de Operaciones Encubiertas: Andrea Voynich. Llevaba un cd de seguridad en la mano derecha.
—Voynich… ¿qué hemos sacado de las cámaras de seguridad?
—Bueno profesor… los atacantes llevaban puesto pasamontañas. Pero uno de ellos llevaba un tatuaje en la mano izquierda que hemos podido identificar como los que llevan los judíos ortodoxos de la secta Sharin en Jerusalén: Radjâna min el-djihâdi-l-ásgar ila-l-djihâdi-l-ákbar… que quiere decir: “Hemos vuelto de la pequeña guerra santa a la gran guerra santa”. 
—O sea, que nuestros atacantes o son unos fanáticos religiosos o provienen del medio oriente.
—La pregunta es… ¿cómo encaja Tudyk en este rompecabezas? —dijo McCall
—¿Algún otro dato que arroje más luz sobre este tema? —preguntó Trento caminando de un lado a otro.
—El coche utilizado en el secuestro fue quemado en las afueras de la ciudad.
—Señores… hay algo que no estamos viendo. ¿Un secuestro profesional para un objetivo aparentemente sin importancia? Alguien oculta algún secreto.
—Hay otra cosa… —dijo Andrea Voynich al tiempo que extraía otro documento del archivo.
—Usted dirá —dijo Trento.
—Tudyk afirma haber sido abducido mientras dormía… a la misma hora que un enorme apagón dejó a gran parte de la isla de Cuba sin fluido eléctrico: el 10 de septiembre del 2012.
—¿Lo entrevistó Carballal? —preguntó McCall reclinándose sobre su asiento.
—Pues sí… Tudyk afirma que su captor proviene de una galaxia cuyas características difieren un tanto de las de la Tierra. Su morfología puede asimilarse a un elipsoide y recibe el mismo nombre de la estrella en la constelación Orión: Betelgeuse.
—¿Será Tudyk sujeto de experimento sobre los límites de control mental o ha estado expensas del empleo de algún arma psicotrónica? —dijo Trento examinando el informe.
—No, ya descartamos esa posibilidad. Conectándolo a nuestro EC3 hemos podido determinar valiosa información confidencial. En su cerebro hay almacenados datos sobre tecnología aeronáutica que aún no existe en nuestro planeta.
—¿Y aun así lo hemos dejado libre en un psiquiátrico de poca monta? —preguntó Trento perplejo.
Voynich y McCall intercambiaron una mirada.
—Tenga doctor Trento… —dijo Voynich entregándole una carpeta negra.
 Trento los miró a ambos y con un tono de impaciencia preguntó:
—Señores… ¿qué diablos está pasando aquí?
—Nos han dado luz verde para actuar, pero usted dirá la última palabra —dijo McCall y cerró la puerta tras de sí.
—Proyecto “Betelgeuse” —leyó Trento con determinación —. Ahora entiendo.
Tras unos minutos de silencio añadió:
—Procedan. 

Martha Jacqueline