INVOCACIÓN
¿Estás aunque nunca pueda?
Cirlot
A
tu sombra
detrás
de la ventana,
invoco
cada noche.
Acaso
esa luz dura,
que
colige la espera
a
toque de resguardo…
te
conforma,
te
conjura
como
silueta de humo.
Me
silencio
en
esa visión antigua
artífice
de un tiempo
que
no es nuestro.
Pero
el vano te enmarca
y
yo te cuelgo, memoriosa,
en
la única abertura posible,
de
mi mundo.
DESTEMPLANZAS
No hay culpa
en la absurda herejía
de mirarte.
Ni en el puñado de sombras
que conjura
este anhelo (que inspiras)
y nada guarda para sí.
Solo por volver a verte
gravito eternamente tuya,
sobre una arquitectura de huesos
que se proclama eje,
de esta, mi existencia.
en la absurda herejía
de mirarte.
Ni en el puñado de sombras
que conjura
este anhelo (que inspiras)
y nada guarda para sí.
Solo por volver a verte
gravito eternamente tuya,
sobre una arquitectura de huesos
que se proclama eje,
de esta, mi existencia.
Copyright © 2008
Poemas publicados en la red social “La Nieve” bajo el seudónimo
de Katherine Niet (Kat Niet)
EL
QUE NO VA CONMIGO
Por equipaje… la
hoja de ruta de una promesa sin tiempo, ungida de rostro prohibido,
inabarcable. Vástago de lejanía, de horizonte a punto de caer en el entreacto
de la tarde. El afuera se hunde en el pliegue de una mirada ilegible que
borronea secretamente la distancia. Una expresión en fuga que se queda, cuando
todo se va.
Y mientras tanto
voy.
El viento
acarrea mis pisadas, las oprime, las boceta de un trazo -en línea recta- va
nielando el trayecto con olores que gritan y murmullos de hojas secas. Pero
luego las tuerce, les socava la forma, y en la ruptura de sus bordes muda los
términos.
Se suspende la
palabra –vacilante- en un resuello hosco, de silencio.
El
camino es una evocación, nada certeza.
Seguirá
siendo raíl para el tránsito de lo indefinible
aunque
no sea opción para mi viaje
y
no decida ir, ni volver.
Al
que no va conmigo
lo
pronuncio en voz alta, lo repito;
lo
filtro gota a gota por la estría de algo,
que
no vuelve.
Me
lo cargo en la prisa del tropiezo,
y
al andar se hace músculo,
carne,
hueso.
Se
detiene en el límite.
Tiembla
en la intención hasta la falta.
El
que no va conmigo
me
lanza una mirada sin secreto.
Es
inercia a mi ida… -ama la espera-
pero
tampoco concibe mi repliegue,
ni
mi tregua.
Su
esperanza está hecha de pedacitos de recuerdos
de
emergencias adormecidas,
y
de préstamos de un futuro madrugador.
Él
quiere conservarme
en
el formol de la ausencia,
lejos
del deterioro de cualquier muerte.
Soy
el espíritu de su noche,
la
posibilidad de un nuevo día,
el
eterno guiño del comienzo.
Este
viaje me gesta.
En
él me nazco.
Sobrevivo
a la pérdida.
Sin
él sigo existiendo.
Pese
a mi voluntad respiro,
Algo
anterior a mí
lo
considera sacrificable…
porque
tenerlo es un lujo,
mi
arte.
Pero
el que no va conmigo
es
el motivo de este viaje.
Eso
lo hace vital,
transacción
registrada de mi espíritu.
Abismo
seductor que me obliga a mirar:
abajo,
donde nace la huella.
Voy.
El
camino es tránsito de maniquíes
llenos
de viento.