El crujir de una rama lo despierta
de sus visiones. Sin revelar el secreto de su rumbo, con los ojos febriles por
la esperanza siempre renovada de su posible tesoro, parte sin mirar atrás.
Habrá días de hambruna, de sequías e inundaciones; habrá noches de soledad
donde hallará motivo de júbilo en el recuerdo; habrá añoranza por lo creado y
porque al fin llegue la hora de regresar. Y, sobre todo, habrá una hembra a la
espera de cada uno de sus pasos, esa hembra que algunos llaman: Libertad.