viernes, 11 de febrero de 2022

MÁSCARAS




Nunca entendí el extraño rostro de su máscara, quizá… por un momento, tampoco él comprendiera la libertad negadora de la mía.
Pero unas luces nuevas bañaban el asfalto, apenas… lo suficiente, para contrarrestar las duras sombras entretejidas en aquella ínsula del mar Caribe.
Ambos estábamos sentados en tronos diferentes, gradas enfrentadas en aceras opuestas y distantes.
Allí, entre nosotros, un mar hecho delirio, curtido por una sangre bárbara… antaño, dos líneas diferentes, como dos ríos bravos que sellaran sus cauces en un solo destino.
De lejos… nos mirábamos. Si había una luna colgada allá en lo alto, no lo recuerdo. Esa noche los astros tuvieron otras formas, brillaban en la tierra forjándose la senda desde aquel sueño utópico que, al fin, era uno mismo. Entre el bullicio cruel de los que nunca hablaban otras voces surgieron… apenas, un eco momentáneo, pero igualmente firme.
Mientras tanto, él y yo, seguíamos mirándonos, descubriéndonos, recortando los tramos de su acera y la mía.

¿Cuánto tiempo pasó? Tampoco lo recuerdo. Muy lejos, por cualquier otro rumbo, dormía la ciudad… ajena. Por un instante apenas nos descubrimos libres, despojados del polvo de la rutina diaria, en un pedazo nuestro, sin dueños ni destinos.
Después llegó la lluvia… una dulce llovizna se nos clavó en la piel y ni nos dimos cuenta. Nos topamos de frente. Sentimos nuestro aliento y los labios allí… tan cerca y tan lejos, sin timonel… perdidos.
Acompasadamente fue surgiendo una música que se volvió soberbia, nos enfrentó a los dos en un tremendo duelo tan despiadado y fiero como nosotros mismos.
Y se hizo el silencio.
La noche nos hundió en su vientre de sombras como en un túnel largo que no tiene salida. A tientas nos buscamos… a tientas nos quisimos.
Aunque nunca entendiera el extraño rostro de su máscara y tampoco él comprendiera la libertad negadora de la mía.

Martha Jacqueline Iglesias Herrera

Publicado en la red social Miss Artes el 9 de Agosto del 2008.

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